jueves, 10 de mayo de 2012

Hacerse cargo

Ser objetivo consiste en tener la suficiente lucidez y el arranque para verse tal cual se es, bañado en la propia insignificancia, perdido en la inmensidad del tiempo y de las sociedades.

Es lo opuesto a sentirse importante.

 Y para hacerse cargo y no morir de depresión por no significar nada para nadie, lo más recomendable es ocuparse de los otros y hacerse cargo de su soledad y de su insignificancia, o de sus graves necesidades físicas y sociales.

Y hablamos ya desde otro ciclo cultural, en el cual precisamente se esperan (se temen) cambios y “vueltas del revés” en la historia de Europa y del mundo hasta ahora inauditos e incluso inimaginables.

(Y nuestros mismos contemporáneos no se aperciben todavía de ellos y hacen planes como si todo fuera a seguir igual)

El hombre se ilusiona vehementemente con lo que supone poco esfuerzo, goce y reputación (y más si implica el sometimiento o el reconocimiento sumiso de otros), ganancias, estatus, satisfacciones continuas y ascendentes, adquisiciones frecuentes de productos y objetos y abundantes gratificaciones placenteras…

Visto así, parece algo entre infantil, obsesivo y huero.