viernes, 8 de marzo de 2013

Penes

Yo pienso que en el fondo de la obsesión y, por qué no decirlo, el virtuosismo de muchos travestis con las felaciones late la insatisfacción con su propio falo: no lo sienten como algo natural, que normalemnte les perteneciera y a lo que, en tanto sienten como suyo, ya no haya que dar tanta importancia obsesiva, sino que en todo momento y por todas partes les persigue la imagen prestigiosa, fascinante, de un falo “mítico”, mucho más que un simple micropene, del que siempre carecen y que sin embargo se ven impelidos a buscar en todos los que se cruzan con ellos por la vía.

Lo que buscan y añoran es la identidad potente y dominadora, o sea, ese pene que es “mes que un pene”. Las señoras suelen resolverlo fabricando uno, pero a estos infelices sólo les queda pasar frío en las esquinas.

Y lo más contradictoria es que es como si no consiguiesen ver su propia polla, que la desprecian y que a la vez sienten que sin esa obsesión por las pollas ajenas sus vidas carecerían de sentido.

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