jueves, 18 de julio de 2013

La cuerda y los ratones

El tirano condenó al pintor de Corte
porque su mejor retrato había disgustado
a la gran Concubina.
Sólo le concedió dos clavos
para sostenerse un tiempo
y defenderse del dogal implacable
en torno a su garganta.
Pero el pintor asióse de una mano
y trazó con la otra la figura
de pequeños roedores en el muro.
Púsoles rubíes por ojos y dulce piel caliente,
así que, agradecidas, tomaron vida las figuras
y royeron la asesina cuerda. Estuvo libre.
Pero para esto escribes tú, confiésalo,
por que tus sueños te liberen de la muerte;
y crees por esto mismo, dilo:
para que tu Dios se levante de la nada
y te salve con su cálida mano en el sepulcro.
Dibuja ratoncillos o simples palotes escolares
si no puedes más, no sabes.
Pero hazlo con amor y primorosamente:
te salvarán los ángeles, confía.
Si eso sucedió al pintor de Corte
¿por qué no a ti, aunque seas tan pequeño?

J. Jiménez Lozano  ("Un fulgor tan breve")

No hay comentarios: